Si no estuviera viendo que el reloj indicaba las seis de la tarde creería estar casi en madrugada porque afuera las nubes espesas se mezclaban con las copas de los árboles formando una masa gris oscurecida. Ya no llovía pero la humedad seguía en el aire, y los vidrios empañados de la casa le daban cierta sensación de confort o acobijo. Se disponía a leer un ejemplar de cuentos de ficción que sostenía en su mano pálida, con cuyos dedos marcaba la página número 38. El libro era pequeño, de esos que pueden llevarse cómodamente a cualquier sitio sin volverse un estorbo mayor; La impresión ( y la tapa en general) se encontraba muy deteriorada, tanto que apenas se vislumbraban algunas palabras : " Historias de cronopios y de famas - Julio Cortazar " y entre las páginas amarillentas y la encuadernación con hilo se escondían boletos de colectivo que alguna vez sirvieron de señalador en algún viaje a quien sabe donde.
Poco a poco fue recorriendo las páginas hasta llegar a la número 62 donde se detuvo súbitamente, arrojó el libro hacia un lado y corrió hasta la ventana. Miró desconcertado sin poder creer lo que estaba frente a sus ojos...
