El mundo es esclavo de lo que calla.

lunes, 20 de abril de 2009

Veredicto.

La citaron ante el juez, una tarde lluviosa del mes de abril. El aire pesaba, y la lluvia no dejaba de caer. Se sentó en una silla de madera, frente a algunos testigos, la víctima tambien estaba ahí; Empezó el juicio. Cada palabra aumentaba la presión. Su cabeza estaba abrumada y confundida. Ella se negaba a aceptarlo.
El juez formuló la pregunta: -" ¿Como se declara?" le dijo. Ella podía escuchar los latidos de su corazón, y tenía la frente llena de sudor. Entonces, con la voz quebrada por el miedo y la angustia respondió: -" Me declaro culpable". Y rompió en llanto.Prosiguió: -" Me declaro culpable de haberlo amado con locura, de sobre protegerlo, de alejarlo de las personas que podían lastimarlo. Y culpable también de jurarle amor eterno, y de entregar mi vida por él."
Acto seguido, el juez se dirigió a la víctima, que con los ojos desconcertados y llenos de lágrimas miraba al victimario.Le preguntó: -"¿Que ha hecho usted en su defensa?". Y él, como si reviviera viejos momentos, contestó: -" Yo soy quien fue a buscarla al otro lado del mundo, y también el que le rogó se quede conmigo.Soy el que protagoniza sus sueños y el responsable de que ahora ella esté muriendo de amor"
Entonces, luego de unos minutos que parecieron años para ellos dos, el juez se levantó de su asiento de cuero marrón gastado por los años. Dió un paso adelante y comunicó su veredicto: -" Evaluando los dos testimonios, y en la presencia de éstos testigos, los proclamo responsables de un amor sin fin, y los declaro a ambos : marido y mujer".
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, y corriendo se acercaron para abrazarse. Las campanas sonaron ese día como tres fuertes golpes de martillo y la iglesia se vistió de tribunal para declararlos culpables en el juicio del amor.

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