El mundo es esclavo de lo que calla.

jueves, 20 de agosto de 2009

Viernes

La casa estaba silenciosa, y se podía oír el suave golpetear de las gotas de lluvia sobre la ventana. En esa habitación solo estaban ellos dos. Él en el amplio sillón de cuero; Ella en el marco de la puerta, lista para salir cuando sea necesario. Se lanzaban miradas furtivas, llenas de amor y odio. Sabían que habían cometido muchos errores pero ¿Qué más podían hacer? Si al fin y al cabo no eran de hierro, no eran máquinas...Ellos tenían sentimientos que no podían esconder.
Hacía tan solo cuatro horas que ella había llegado. Eran las seis cuando tocó el timbre y él acudió ansioso a invitarla a pasar. Primero fueron dos tazas de café, dulce y espumoso. Más tarde encendieron en hogar porque afuera el frío aumentaba y la noche empezaba a aparecer. Hablaron de sus vidas, de sus amistades, sus trabajos...El reloj cucú grande de la sala principal marcó las ocho y ambos se miraron. -" No es tarde, no te vayas ahora. Esperá a que deje de llover" le dijo él, intentando esconder el tono de súplica que lanzaba su corazón. Ella respondió:- "Todavía puedo quedarme un poco más; Si, es mejor que me vaya cuando la lluvia pare".
Fueron a la habitación, encendieron el televisor y pusieron cualquier película. Deseaban revivir los viejos tiempos, todas las tardes que pasaban juntos, aunque fuera como amigos. Él puso su mano sobre la de ella y le dijo: -" En verdad me hace muy feliz que vengas a visitarme". Ella sonrió porque nada podía responder.
Entre abrazos y caricias, la amistad tomó nuevamente la cara de un intenso amor, reprimido por el tiempo. La hora y media siguiente fue la demostración pura de ternura y compasión. Nuevamente sonó el reloj cucú; Eran las diez. Ella se levantó rápidamente de la cama se puso su abrigo y con la mirada perdida se apoyó en el marco de la puerta; Él se abrochó su camisa y apartando la mirada de esa cama, se sentó en el sillón de cuero.
Allí estaban un viernes lluvioso dos almas secretamente enamoradas. Ambos se arrepentían de lo que había pasado, no soportaban el peso en sus conciencias de haber demolido en ése acto de amor, tantos meses de abstinencia al otro. Él abrió su boca dispuesto a pedir perdón, pero ella no le dio lugar a sus palabras y se apresuró a decirle: -" Debo irme, ya es tarde". Y caminó hacia la puerta de salida. Él sin decir una palabra, le abrió y dejó que ella se fuera. Contempló con su mirada cómo aquella hermosa silueta se perdía entre las sombras de la calle, entre la lluvia.

1 comentario:

  1. jo sabes a qe me suena esoooo♥ me suena a Goeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeepa jajaja te quiero chica trepadora de arboles (SPIDDDDDDDDDER-WOMAAAAAAN!!!) jaajaja el domingo pega mal,

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