El mundo es esclavo de lo que calla.

miércoles, 7 de julio de 2010

Des amores.

Eran casi las cinco de la tarde, y nos encontrábamos recostados en un sillón tomando unos mates. Allá por florida todo era muy tranquilo, y más a la hora de la siesta. Yo le rodeaba la cintura con mi brazo y la contemplaba tranquilo. Ella cebaba el mate (porque yo odiaba hacerlo) y me hablaba.
Pilar era una persona increíble; era inteligente, observadora, le encantaba debatir. Pero también era una persona demasiado mental, muy literal. Estudiaba abogacía, una carrera que le sentaba a la perfección y tenía su futuro planeado. Yo, por el contrario, era un soñador; vivía de mi imaginación y de mis metas lejanas.  No estudiaba en ninguna universidad (todavía no decidía que elegir) pero asistía a un instituto de música..Y atendía el kiosco de mi papá.
Tal vez eran las mismas diferencias las que nos acercaban tanto, algo nos mantenía unidos.
Mientras me alcanzaba el mate amargo le tiré una pregunta que me daba vueltas en la cabeza desde hace tiempo:
-¿Vos creés que hay algo más?
-¿Algo como qué?
-No se, algo más fuerte que esto.
- No entiendo de que hablás Juan..
- Digo, si no creés que haya algo mas fuerte de lo que sentimos nosotros.
-¿A que querés llegar con esto?
-Quiero saber que pensás. Porque a veces creo que..
-Crees que..?
- Que estamos juntos por costumbre. Y no se cuanto va a durar así; Tal vez tendríamos que buscar otras cosas.

Y en ese momento sentí como se paralizaba por un segundo.
-Escucha Pili..No es que todo el tiempo piense así, sólo que..
- No, está bien. Vos podés pensar lo que quieras.

Y hubo un silencio largo y profundo. Yo no me arrepentí de nada de lo que había dicho, pero sabía que el tema la tomaba por sorpresa. Ella, una chica perfecta, con la vida planeada y de repente todo se veía inestable. Obvio que la amaba, ella lo sabía mejor que nadie. Pero a veces yo necesitaba algo más.
Ella se levantó y se fue al otro lado de su casa, a los pocos minutos ya estaba de vuelta. La sentía triste y la abracé aunque no sé si era lo mejor. Yo tenía tantas dudas como Pilar.
Me di cuenta que la estaba incomodando y le dije que me iba a mi casa, y que la vería al día siguiente. Asintió con un gesto, me acompañó a la puerta y me saludó de la manera mas fría que había visto jamás. Yo me subí al auto y a los veinte minutos estaba en casa. Me sentía con un peso menos, pero a la vez un poco culpable. Y cuando me acosté a dormir pensé en ella y me di cuenta que no estaba pasándola bien.

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