El mundo es esclavo de lo que calla.

martes, 13 de octubre de 2009

Sonrisa y adios.

Era un 20 de diciembre de algún año. Cuando entré en la habitación ella se encontraba recostada mirando el techo. Sus ochenta y seis años la habían acompañado bien, pero ya empezaban a notarse fuertemente. La saludé y me senté a su lado; Me dedicó una de esas sonrisas tiernas, tenía las arrugas de felicidad marcadas en su cara.
Me preguntó como me sentía, como me iba en mis estudios, como estaba la familia...Repitió esas mismas tres preguntas alternándolas durante quince minutos. A todas yo respondí tranquilamente como si fuera la primera vez que me lo preguntara. La quería demasiado. El día anterior me habían dado la triste noticia de que su salud no era la mejor. Tenía complicaciones y problemas que no podían remediar, y su frágil cuerpo no podría soportar ya una intervención quirúrgica. Esto significaba que dentro de poco diría adiós.
Por más duro que sea, esta realidad siempre llega en algún momento. Pero para mí era muy lejana, no entraba en mi cabeza la idea de que algún día ella no abriera más sus dulces ojos.
Agarré su mano fuertemente, le pregunté como se sentía y respondió: -"Yo estoy muy bien. Doy gracias a dios por haberme levantado hoy. Te extrañaba mucho, que suerte que viniste".
Mi corazón latía fuerte, y al mirarla recordaba aquellos días que pasaba en su casa, contemplándola tejer o cocinar; Podía refrescar en mi memoria las veces que me había cuidado con todo su amor de abuela.
-"Voy a venir mas seguido a visitarte, ahora que son vacaciones." le dije. Pero me respondió: -" Ya no me quedan muchos días mas, eso lo dijo el doctor y eso creen todos."
-"Vos vas a vivir mucho más; Vas a vivir todo el tiempo que quieras y nadie puede decirte cuando morir" Le dije, un poco disgustada.
-"No querida; Yo antes vivía, ahora ya estoy a un paso del cielo".

Mi corazón se detuvo y los ojos se me inundaron de lágrimas.
-" No llores, asi es la vida. Viví muchos años y muy feliz, ahora es tiempo de partir. Reza por mi, cuidate y no te olvides que te quiero mucho."
Y sus ojos se cerraron para siempre. La últimas horas de su larga vida las había compartido conmigo, y ahora ya no volvería mas.

Al día siguiente desperté entristecida; mi corazón latia muy lento, estaba de luto. El sol brillaba, empezaba el verano y la primavera se había desvanecido.

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